Son pequeñas esculturas con historia y significado inversamente proporcional a su tamaño; obras de arte que, luciendo su simpática belleza y captando la atención de quienes tienen la fortuna de contemplarlas, han recorrido México. Son el trabajo con barro, moldeado por las manos de más de cinco generaciones de la cultura mexicana.
Es la historia de la dinastía Panduro: Pantaleón, Maura, Margarito Núñez (padre), Margarito (hijo) y Pilar, la tataranieta de Pantaleón que hoy porta en sus manos la responsabilidad de perpetuar la profesión que sus antepasados se han encargado de enaltecer en los últimos dos siglos. Los cinco son integrantes y protagonistas principales de esta mágica narrativa, fruto también del barro.
Desde el legendario cómico y actor mexicano ‘Tin Tan’, hasta el ex alcalde de Nueva York, Rudolph W. Giulani, han visitado la pequeña fábrica artesanal donde don Margarito y Pilar capturan e inmortalizan a los grandes protagonistas de la historia mexicana.
Ubicado en el centro de Tlaquepaque, municipio conocido internacionalmente por el trabajo de sus artesanos con el barro, que forma parte de la Zona Metropolitana de Guadalajara, se encuentra un taller de apenas tres metros de ancho por diez de largo, con 200 años de profundidad y decenas de historias entre sus mal parchados muros. Entrar es traspasar a un túnel del tiempo que transporta a puntos inmemorables.
En Tlaquepaque, y apenas iluminado por un par de rayos solares que se alcanzan a colar a través del portón principal, aparece don Margarito Núñez Martínez (el cuarto integrante de la dinastía), que a sus 79 años de edad es el monero más reconocido en Jalisco. De inmediato da la bienvenida a su taller, que es también su casa, un lugar donde cohabitan su familia y el centenar de recuerdos con los que trabaja.
Al llegar se observa una pequeña sala de exhibición, un gabinete de madera rústica y tres tarimas de vidrio; sobre éstas se muestra la multipremiada colección de presidentes de México, desde Agustín de Iturbide hasta el actual, Felipe Calderón, representado al puro estilo Panduro, en pequeñas esculturas de barro. Sesenta y cinco figurillas en las que se observan los rasgos fisonómicos de cada uno de los personajes que han ocupado la silla presidencial.
Y mientras dicho estante puede jactarse de portar la etiqueta ‘presidencial’, otros asumen la encarnación de mariacheros, panaderos, indígenas y piezas tradicionales que forman los ‘nacimientos´ que conmemoran la Navidad.
Sin embargo, de entre todas las esculturas hay una que logra sobresalir por sí misma: es un busto en barro, sin pintar, cuyo rostro es tan sorprendente como significativo. Y es que, el perfil derecho muestra la cara del actual mandatario de México, Felipe Calderón, mientras el izquierdo representa al principal opositor político: Andrés Manuel López Obrador. La representación perfecta (moldeada por Pilar Núñez) de una Nación que estuvo fragmentada en las elecciones presidenciales del 2006 y que ahora se debate entre la izquierda dispersa y una derecha que se desploma ante la crisis social interna por la que atraviesa.
“Yo veía a mi papá y de ahí me entró el interés por hacer figuras típicas de México”, cuenta don Margarito con la voz entre cortada y en tono alto –producto de la incipiente sordera que hace más de una década le aqueja-, al tiempo en que contempla el barro sobre la mesa de madera carcomida por la polilla en la que trabajó su padre y que a la fecha es utilizada por Pilar, la luchadora incansable por promover que el trabajo de su progenitor se reconocido.
Desde los 4 años don Margarito ha moldeado –como el barro- una familia de artesanos. Cuatro hijos graduados de la universidad que, no obstante sus profesiones, aprendieron el oficio de su padre, que a su vez continuó lo que en 1830 inició su bisabuelo Pantaleón Panduro, del que en Tlaquepaque existe un museo en su honor: el Museo del Premio Nacional de la Cerámica Pantaleón Panduro, lugar que fue inaugurado por don Margarito en 1997 de la mano de su hija Pilar y el entonces gobernador de Jalisco, Alberto Cárdenas Jímenez.
Hace un par de años, un historiador –del cual la familia Núñez no recuerda su nombre- visitó la casa del artesano. Fue gracias a él que conocieron una anécdota que escribió el escritor y diplomático mexicano, Federico Gamboa, autor del libro ‘Santa’, quien narra cómo inició la tradición de moldear esculturas en barro.
“Jesus Contreras el director de Fundición Mexicana, el dijo a Federico Gamboa: ‘te voy a recomendar a uno de nuestro maestros’ y estaba ahí Pantaleón Panduro. Él (Pantaleón Panduro) moldeó el rostro de Federico Gamboa, mismo que lo recomienda para realizar el rostro de Porfirio Díaz”, cuenta Julio César Núñez, el hijo menor de la familia.
“Gamboa le preguntó a Pantaleón: ‘¿cómo aprendiste?’ y él dice ‘como todos; yo, de mi padre, y mi padre, de su padre’”, explica Julio César.
La colección de presidentes de la República comenzó a realizarse con don Margarito Núñez Panduro, padre de don Margarito. Fue el primero que dio a conocer la colección en esculturas de doce centímetros. Al fallecer su padre, don Margarito sigue con la tradición familiar.
En 1994, Pilar Núñez decidió ampliar la colección de presidentes de México, cuando incluyó los jefes de Estado a partir de Agustín de Iturbide a Lerdo de Tejada, aportación que completó el trabajo de su maestro y padre. La colección le ha dado reconocimiento a su obra y carrera como artesana.
Un trabajo laborioso
Don Margarito, ¿en dónde observa cómo son los personajes que va a moldear?
-Había una revista que le decían ‘Siempre’; esa tenía muchas figuras típicas de México.
La retención fotográfica de don Margarito le permite modelar figuras solo con mirar a la gente en la calle, apuntarlas en un papel y poner las manos en el barro para recrear los rostros. Elabora carteros, toreros, panaderos, inditas y a Blanca Nieves con los siete enanos.
-No la de Disney, dice Pilar. Es la Blanca Nieves de los cuentos de antes, porque ya mi abuelo las hacía.
Cada pieza se moldea de manera artesanal, es decir, mediante un trabajo realizado manualmente con poca o nula intervención de maquinaria, en la que cada pieza es diferente.
La manera de trabajar de don Margarito va de acuerdo con los pedidos de los clientes, ya no se vende a granel como hace un par de años, circunstancia que abarataba sus productos y lo orillaba a ofrecer los mismos modelos a los antiguos clientes.
La colección de presidentes son las artesanías más vendidas entre los trabajos de don Margarito. Gracias a ésta ha ganado reconocimiento por parte de autoridades gubernamentales, museos, clientes particulares y entre los artesanos del país.
Mes y medio transcurre para que don Margarito y Pilar tengan lista la colección de 65 presidentes.
El tiempo de concepción de la obra, lo vale. El barro se trabaja sobre moldes de barro elaborados por don Margarito Núñez (padre) en 1952. Cada presidente tiene un molde diferente en los que se estampa la figura. El siguiente paso es hornear las esculturas en braseros que contienen leña o carbón para mantener vivo el fuego. La tercera vuelta por las manos del artesano es para pintarlas con paciencia y cuidado; el objetivo es detallar las vestiduras y los rostros, entonces están terminada.
Durante varios años el trabajo de don Margarito permaneció sin autor.
Para que don Margarito fuera reconocido por medio de su obra, Pilar Núñez tuvo que luchar contra el anonimato que guardaba su padre. Esto, a causa del disgusto que sentía el artesano por imprimir su firma en su trabajo.
Pilar Núñez convenció a su padre de comenzar a participar en concursos de artesanías con la colección de presidente de México.
Él aceptó.
La condición, Pilar debía participar en los concursos con sus artesanías.
De regreso al taller. El camino necesita un paso para encontrar la segunda habitación donde se guardan los valiosos reconocimientos que cuelgan con ritmo sobre uno de los muros que completan la improvisada oficina. Es el lugar idóneo para colocar las pruebas fehacientes que le dan el valor de legendario artesano.
Entre las decenas de premios y reconocimientos, resalta uno, el que nombra al don Margarito como ‘Leyenda Viviente’ de nuestro país, un premio otorgado por el Fondo Nacional para el Fomento a la Artesanía (FONART) con la fecha grabada en 2004.
A un lado y sin demeritar importancia se exhibe su primer premio obtenido en junio de 1997, el XXI Premio Nacional de LaCerámica al Mérito Artesanal en el estado de Jalisco.
San Pedro Tlaquepaque le heredó un oficio de tradición. El gobierno de dicho municipio fue el primero en darle el reconocimiento como artesano con el premio ‘Don Ángel Carranza’. A partir de este concurso ha ganado decenas de reconocimientos, premios y publicaciones en el periódico Reforma y el Informador, y en libros del Centro Estatal para la Cultura y las Artes (CECA).
Debajo de uno de las ventanas que nutren de luz su oficina se encuentra un marco que contiene las páginas impresas de la revista QUIEN, en su edición del 14 de Septiembre del 2007, en la que el ex presidente Vicente Fox hizo pública su vida al lado de su esposa. Las fotos que mostraban distintos lugares del rancho incluyeron la imagen en la que el ex presidente está sentado, viendo la colección de presidentes realizada por don Margarito.
El arte es una forma de vida y ha mantenido viviendo honradamente a la familia Núñez por más de 100 años.
La colección de presidentes se vende en 11,500 pesos, un valor monetario que no se compara con el valor artesanal que le imprimen Pilar y don Margarito Núñez.
El reconocimiento que ha ganado don Margarito, es fruto del esfuerzo y amor incondicional que tiene por su oficio, una tradición que se remonta a las primeras generaciones de los artesanos habitantes de San Pedro Tlaquepaque. Las figuras típicas y retratos modelados son la tradición familiar.
-Mi papá heredó una riqueza, apuntó Julio César.
La colección de presidentes ha trascendido fronteras. Visitó galerías en Osaka, Japón, Texas y Alicante, España, lugares donde han premiado su trabajo a nombre de otros artistas que completaron su obra con la de don Margarito.
El barro moldeado por las primeras civilizaciones que se edificaron en nuestro país, hoy es una tradición que se mantiene viva gracias a las manos talentosas de artesanos como don Margarito Núñez, un hombre que aprendió del pasado y cumplió con la misión de heredarlo a las nuevas generaciones.
-Es un trabajo que me gusta hacer y dejaré de hacerlo hasta que me muera, apuntó sereno, don Margarito.
Fuente: Artículo El Informador.com